Disciplina de Iglesia, Disciplina, Amor, Mateo 18, Restauración, Redención
La Iglesia debería ser un cuerpo reconciliador de creyentes que se ayudan unos a otros a ser reconciliados con Dios y los demás cuando uno se desvía. La base de esto es la iniciativa que Dios tomó en Jesús al reconciliarnos con Él. Romanos 1 y 3 describe la justa ira de Dios en contra nuestra por nuestro pecado. Pero en Su Gracias, Dios derramó Su ira, no sobre nosotros, sino que, en Su propio Hijo, Jesucristo, nuestro sustituto.
Romanos 5 y 8 nos dice que una vez fuimos enemigos de Dios. Nosotros lo odiábamos en nuestros corazones, pero a través de Cristo, Dios cambió nuestros corazones, para que ahora le amemos. Su amor divino derramado en nuestros corazones por su Espíritu, ahora puede habilitar a la iglesia a ser una familia de hermanos y hermanas que buscan, como nuestro Salvador, redimir relaciones rotas.
AMOR: EL LATIDO DE UNA DISCIPLINA REDENTORA
¿Qué se necesita para cultivar esta visión? La respuesta simple pero profunda es amor, amor a Dios y a nuestro prójimo. ¿Amamos lo suficiente a Dios y a otros como para perseguir al otro cuando se está alejando del Señor? Y, ¿es en realidad la acción más amorosa que podemos hacer? Déjame lee y comentar respecto a lo que Dios nos dice en Su Palabra que conecta claramente entre el amor y la disciplina, el amor y la reprensión, el amor y el esfuerzo que debemos hacer por rescatarnos unos a otros dentro de la familia de Dios.
Retrocedamos un poco a Levítico 19:17-18 “No odiarás a tu compatriota en tu corazón;
ciertamente podrás reprender a tu prójimo, pero no incurrirás en pecado a causa de él. No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”. Aquí encontramos el origen antiguo testamentario de lo que nuestro Señor Jesús enseñó que era el segundo mandamiento más importante. Una forma en la que demostramos el amor piadoso es amonestando/reprendiéndonos unos a otros cuando pecamos. No reprender a tu hermano o hermana, en realidad, es odiarlo.
Proverbios 27:5-6 declara “Mejor es la reprensión franca que el amor encubierto. Fieles son las heridas del amigo, pero engañosos los besos del enemigo”. Los enemigos adulan, los amigos reprenden. Los enemigos te besan, los amigos hieren. Esas heridas a veces pueden picar, como mi dentista, que me pinchó con una aguja afilada antes de restaurar mi premolar deteriorado. No reprender a una hermana o hermano pecador le niega el mismo amor que Dios nos llama a demostrar. Los padres sabios entienden esto. Nosotros creemos la Palabra de Dios en Proverbios 13:24 “El que evita la vara odia a su hijo, pero el que lo ama lo disciplina con diligencia”.La disciplina a los hijos puede ser dolorosa, tanto para los hijos como para los padres, pero muestra verdadero amor paternal.
JESÚS, SUS APÓSTOLES Y SU LEY DEL AMOR
Jesús mismo, nuestro gran Amado, Pastor, Consejero y Hombre de Paz, energéticamente
conectaba el perseguir el amor y la disciplina restauradora. En Mateo 18:12-14, Él hace
esta pregunta:
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se ha descarriado, ¿no deja las noventa y nueve en los montes, y va en busca de ladescarriada? Y si sucede que la halla, en verdad les digo que se regocija más por estaque por las noventa y nueve que no se han descarriado. Así, no es la voluntaddel Padre que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeñitos.
Jesús continúa en los versículos 15 al 20 explicando los pasos para la disciplina en la
Iglesia, pasos impulsados por el corazón de un pastor que persigue a las ovejas
descarriadas.
De manera similar, el apóstol Pablo nos instruye en Gálatas 6:1-2 Hermanos, aun si
alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenlo en un
espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas
tentado. Lleven los unos las cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo. Nosotros
cumplimos la ley de Cristo – La regla de oro del amor (Santiago 2:8) – al acercarnos a
aquellos que están arruinando sus vidas y están atrapados en el pecado para restaurarlos
a una relación correcta con Jesús y todos los demás.
En los últimos versículos de su carta, el apóstol Santiago nos enseña la misma verdad,
pero suma una promesa sorprendente: Hermanos míos, si alguien de entre ustedes se
extravía de la verdad y alguien le hace volver, sepa que el que hace volver a un pecador
del error de su camino salvará su alma de muerte, y cubrirá multitud de pecados
(Santiago 5:19-20). Santiago reconoce cómo aquellos que profesan ser cristianos pueden
alejarse de Cristo y seguir un camino de autodestrucción pecaminosa. ¿Qué debe hacer
la amorosa familia de la iglesia? Traer a esa persona de vuelta. Rescatar a nuestra
hermana o hermano que se está hundiendo. Si bien hay maneras equivocadas de
hacerlo, la alternativa de no hacerlo es aterradora: no hacer nada y dejar que la persona
se autodestruya y muera.
CONCLUSIÓN: BONHOEFFER Y EL CRISTO RESUCITADO
Permítanme juntar todo esto con una porción del apasionante libro de Dietrich Bonhoeffer,
“Life Together”:
La reprensión es inevitable. La Palabra de Dios lo exige cuando un hermano cae enpecado y es sacado a la luz. La práctica de la disciplina en la congregación comienza enlos círculos pequeños. Cuando la deserción de la Palabra de Dios en doctrina o vida poneen peligro la comunidad familiar y con ella a toda la congregación, se debe exponer lapalabra de amonestación y reprensión. Nada puede ser más cruel que la ternura quecondena a otro a su pecado. Nada puede ser más compasivo que la severa reprensiónque llama a un hermano a alejarse del camino del pecado.
Como Jesús mismo nos enseñó en Apocalipsis 3:19 “Yo reprendo y disciplino a todos los
que amo”. Cualquier cosa que no sea una disciplina impulsada por el amor es cruel.
Preguntas para reflexionar:
A pesar de la clara enseñanza de las Escrituras, ¿por qué incluso los cristianos consideran que las acciones disciplinarias no son amorosas ni que “reflejan a Cristo”?
¿Qué aplicaciones poco amorosas de disciplina redentora han hecho algunas iglesias que han contribuido a esta percepción errónea? ¿Cómo podemos evitar esos pasos equivocados y aplicar las Escrituras con mayor sabiduría y cuidado?
Nota del autor: Este artículo es una versión editada de una breve meditación que di como
pastor asociado en Carolina del Norte en una reunión de miembros de la iglesia antes de
que nuestro pastor principal enseñara más detalladamente sobre la disciplina
restauradora; y antes de que nuestros ancianos recomendaran un paso de disciplina para
un miembro empedernido.
Sobre el Autor
Robert Jones Bob es profesor y presidente de consejería bíblica en el Seminario Teológico Bautista del Sur en Louisville, KY, habiendo servido anteriormente durante doce años en el Seminario Teológico Bautista del Sureste y en la Iglesia Open Door en Raleigh, y diecinueve años antes como pastor principal. También se desempeña como profesor visitante en varios seminarios en Estados Unidos y Brasil. Bob se graduó de The King's College, Trinity Evangelical Divinity School (M.Div.), Westminster Theological Seminary (D.Min.) y la Universidad de Sudáfrica (D.Theol.). Es miembro de la Asociación de Consejeros Bíblicos Certificados, conciliador cristiano certificado del Instituto para la Conciliación Cristiana y autor de Pursuing Peace, Uprooting Anger, Anger Calming Your Heart (Devocionales de 31 días), My Spouse Was Unfaithful Finding Strength in God's. Presence (Serie Ask the Christian Counselor) y coautor de El evangelio para vidas desordenadas y de numerosos folletos, artículos y capítulos. Bob y Lauren están casados desde 1983 y tienen dos hijos adultos casados y cuatro nietas. Publicaciones recientes de Robert Jones: Pastor, ¡únase a nosotros para ministrar plenamente la Palabra de Dios! — 6 de septiembre de 2023 Jesucristo, tu única necesidad - 12 de junio de 2023 Los consuelos y mandamientos de nuestro Dios Triuno cuando estamos atribulados – 6 de marzo de 2023
Traducido por: Adriana Renee
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