Así como necesitamos fortalecer nuestros cuerpos, también necesitamos fortalecer nuestras almas. La Consejera Dra. Donna Hart, comparte aliento y pasos para fortalecer su vida.
¿Cuántos de nosotros perseguimos realmente la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la mansedumbre? Esta es la advertencia de Pablo a nosotros en 1 Timoteo 6:11,
Pero tú, hombre de Dios, huye de todo esto, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la mansedumbre.
¿Alguna vez haz tratado con tu corazón que reniega y se vuelve crítico cuando las cosas no salen como quieres? ¿Les decimos a otros que esto es solo nuestra personalidad o el resultado de crecer en una casa de personas enojadas?
Entrenamiento para la rectitud
¿Hemos intentado comer de manera más saludable haciendo comidas caseras pensando que íbamos a perder peso solo para luego pensar que nada funcionará? Puede ser que estemos tratando de tomar buenas decisiones alimenticias y algo sucede y casi sin darnos cuenta estamos comiendo nuevamente para sentirnos mejor emocionalmente.
Richard Rolle en su libro, The English Writings, nos alienta con algunas sabias palabras…
Todo hombre justo lucha contra la inmoralidad y los deseos físicos a lo largo de su vida; los hombres malos no pelean en absoluto, excepto contra Dios... Debes establecer una tregua con tu pecado.
Debemos aprender a preparar algunas mejores herramientas para luchar contra nuestra propia naturaleza.
Nuestra creencia de que todas las cosas son posibles a través de Cristo no puede formarse por nuestra experiencia. Aunque intentamos y fracasamos, debemos responder al llamado de las Escrituras y seguir buscando la piedad. Cuando se trata de nuestros hábitos de ejercicio y alimentación, va a ser una búsqueda de por vida para seguir haciendo lo correcto.
Es como Gary Thomas dice en su libro, Everybody Matters,
... algunos pecados son extremadamente difíciles de eliminar, y en cierto nivel, nos sentiremos tentados por ciertos pecados personalmente familiares hasta el día de nuestra muerte. Podemos elevarnos por encima de ser esclavizados por ellos, pero nunca podemos elevarnos por encima de ser atraídos por ellos.
¿Podemos pensar que podemos curarnos instantáneamente y nunca enfrentar la tentación de nuevo? El texto de I Timoteo 6:11 no nos llamaría a la resistencia si Dios nos liberara instantáneamente de toda tentación. Debemos buscar activamente la rectitud.
Pasos para fortificar tu vida
Primero, comenzamos recordando nuestros defectos y pidiéndole a Dios que use esta conciencia de que no puedo, para fortalecernos contra el fracaso en el futuro. Necesitamos pensar en nuestros defectos y reexaminar el engaño para poder comenzar a comprender cómo fuimos engañados.
Luego guardamos nuestros corazones y mentes con la verdad de Dios para que no nos vuelvan a engañar.
En tercer lugar, será importante para nosotros considerar lo que estaba sucediendo cuando fallamos. ¿Vemos algunos patrones comunes cuando nos sentimos cansados, solos, temerosos o frustrados? Es posible que tengamos que anticipar estas circunstancias y estar preparados antes de que sucedan de nuevo.
Necesitamos luchar contra el pecado con las herramientas que Dios da.
Cuarto, será útil que permitamos que nuestros pecados nos digan lo que somos cuando pecamos. ¿Somos personas perezosas, solitarias o temerosas? Debemos esforzarnos en ser quién Dios nos llamó a ser y no dejar que el pecado nos robe nuestra identidad como hijos elegidos de Dios.
El siguiente paso será analizar cuán fuerte es el dominio que este pecado tiene en nuestros corazones. ¿Está creciendo en poder y convirtiéndose en un hábito que es cada vez más difícil cambiar? Sé honesto, estate atento y pide ayuda si es necesario.
Ser alentado
Piensa en alternativas sanas, sabias y que honren a Dios al luchar con tus patrones de pecado. Si el problema consiste en comer impulsivamente, sería conveniente asegurarte de que el comer esté planificado y estructurado para que no tenga control sobre ti.
Necesitamos luchar contra el pecado con las herramientas que Dios da y fortificar nuestras almas con disciplinas espirituales que enriquecen nuestros corazones, mentes y almas. No encontraremos soluciones rápidas. También debemos establecer metas, construir nuestros espíritus y perseverar. La promesa de Dios es darnos fuerza para perseverar incluso frente a los fracasos. El entrenamiento físico puede tener una gran recompensa, pero una vida de disciplina espiritual tiene la mayor recompensa, una vida santa en carácter y amor.
Donna Hart, PhD, ha estado asesorando en Chicago durante 14 años y es consejera en el Centro de Consejería Bíblica en Arlington Heights, IL. También le gusta ser profesora adjunta en el departamento de pregrado para adultos en Trinity International University.
Comments