¿Cómo hablamos de la soltería de manera que honre a Dios y dé valor a todas las etapas de la vida? una persona quizás sea soltera, porque nunca se ha casado, por divorcio o por ser viudo. Algunas veces la iglesia y los colegas cristianos dan la impresión de que el matrimonio es la meta para la vida. Esto es desconcertante, porque podría inculcar una visión idolatra del matrimonio y la percepción de que la vida está incompleta sin un conyugue. Involuntariamente, desalentamos a los adultos solteros que están tratando de servir bien a Dios o que no son solteros por elección. Aquí hay algunos principios bíblicos para enmarcar nuestro pensamiento acerca de la soltería y el matrimonio.
1. El matrimonio es bueno pero no es el propósito en la vida.
Si el matrimonio es la meta de la vida, entonces Jesús y Pablo no vivieron con propósito, lo cual está muy lejos de la verdad. Es también interesante que el matrimonio no es una realidad en el cielo (Mat. 22:30). Por favor entienda que tengo en alta estima el matrimonio y creo que es una bendición de Dios. Algunas veces, sin embargo pienso que podemos exaltar el matrimonio como “la” meta para la vida cristiana. Una vez esa meta es alcanzada podemos ser tentados a olvidar el gran propósito de Dios para nuestras vidas y el significado de la vida. Si el matrimonio (o cualquier otro ideal) es nuestra meta final en la vida, entonces probablemente no estamos viviendo para la gloria de Dios. Por ejemplo, he conocido esposos y esposas que están más interesados en complacer a su conyugue o recibir su aprobación.
2. Ambos, la soltería y el matrimonio son buenos (1 Cor. 7:17-24).
La soltería no es un estado inferior o una zona de espera por una vida más satisfactoria. Si no tenemos cuidado, el matrimonio se convierte en una forma de auto-realización (“estoy completo”) que la Biblia no apoya. Cuando el matrimonio se convierte en el mayor deseo, nuestras vidas circulan alrededor del hecho de casarnos. “Si solo fuera más delgado, exitoso, chistoso” nunca termina. El matrimonio no es nuestra identidad. Sí, a menudo cambia el apellido de las mujeres y cambia los papeles y responsabilidades para ambos conyugues, pero el matrimonio no cambia nuestro ser fundamental como hijos de Dios, no cambia quienes somos como personas, también no somos menos valiosos como cristianos si estamos divorciados.
3. Dios nos creó para glorificarle, ya seas soltero o casado.
La biblia se enfoca más en nuestra relación con Dios que en nuestras relaciones humanas (Mat. 22:37-40). Dios no nos redimió con el propósito del matrimonio terrenal, pero el matrimonio es parte del plan de Dios para la mayoría de los individuos. De la manera en que uno glorifica a Dios va a ser diferente como persona soltera o casada por las diferentes prioridades y responsabilidades, pero el producir fruto no es un opción para el Cristiano (Juan 15:8). Con este entendimiento, somos exhortados a ser fieles en seguir a Cristo y llegar a ser más como él (Col. 2:6-7).
4. El matrimonio no es acerca de mí, sino de la gloria de Dios.
Es por eso que el matrimonio no es la solución para la soledad, el descontento o la inestabilidad. El descontento es un problema espiritual, no es un problema por la falta de conyugue. Básicamente eso le está diciendo a Dios, “¡A mi manera, a mi tiempo!” si una persona está descontenta como soltera, él o ella va a encontrar algo por lo que estar descontenta como persona casada. “Quiero una casa más grande”, “quiero un hijo”, “quiero más respeto”, “quiero más amor.”
Casarse no es difícil, pero casarse a la manera de Dios es una convicción. No incluye “citas misioneras” (2 Cor. 6:14) o atajos. La salvación de una persona y su relación con Dios son conversaciones esenciales para una relación floreciente. Entonces es pasar tiempo de calidad juntos y en grupos. Además, ayuda a pensar como la relación demuestra la creencia en Dios. ¿Se destaca la interacción porque la similitud con Cristo es evidente? ¿De qué manera la relación con Cristo afecta la relación?
5. Soltero o casado, aprovechemos nuestros días viviendo para Dios.
He sido inspirada por ambos, personas solteras y casadas. Por ejemplo pienso en Dietrich Bonhoeffer, en William Wilberforce y Nancy DeMoss Wolgemuth (ambos casados tarde en la vida), de John Stott y muchos otros que vivieron con propósito. Por otro lado, algunas veces conozco mujeres y hombres solteros que planean comenzar a servir en la iglesia o seguir alguna pasión después del matrimonio, pero, ¿por qué no ahora?
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¿Tienes abordado este tipo de descontento entre los solteros de tu ministerio? ¿Cómo lo hiciste?
Lilly Park se desempeña como profesora asistente de consejería bíblica en el Seminario Teológico Bautista del Sur
TRADUCIDO POR: MARTHA VELAZQUEZ
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