Como consejeros bíblicos, estamos agradecidos por los buenos maestros cuya instrucción y ejemplo han moldeado nuestro entendimiento y práctica. Sin embargo, nuestro mayor don y privilegio es aprender del Maestro mismo: “Y se llamará Su nombre Admirable Consejero” (Isaías 9:6 NBLA). Estoy tan impresionado por lo que Juan dice acerca de este Admirable Consejero en Juan 2:24-25: “Pero Jesús, en cambio, no se confiaba en ellos, porque los conocía a todos y no tenía necesidad de que nadie le diera testimonio del hombre, porque Él conocía lo que había en el interior del hombre”. Un carácter impecable, un entendimiento claro de la gente, y sabiduría flexible; describen a Jesús mientras Él confronta, anima y cambia a la gente.
Jesús es el Admirable Consejero, porque como Dios-Hombre nadie entiende, le importa o cura como Él. Por medio de Su Palabra y Espíritu podemos aprender cómo ayudar verdaderamente a la gente mientras luchan con el pecado y sufrimiento.
Este comentario de consejería ve a Jesús en Juan capítulo 1 para aprender de Su persona, ejemplo, poder y verdad, y las implicaciones de la consejería. (También consideraremos otros personajes de vez en cuando). Mientras contemplamos Su gloria, nuestra esperanza y oración es que “contemplando como en un espejo la gloria del Señor”, “seamos transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu”. (2 Corintios 3:18 NBLA). De este modo seamos más “llenos de bondad, llenos de todo conocimiento y capaces también de amonestarse/aconsejar los unos a los otros”. (Romanos 15:14 NBLA).
Comentario de Juan 1:1-18
1. Jesús es verdadera y completamente Dios (Juan 1:4; Hebreos 1:3).
Antes de que cualquier cosa existiera, Él estaba con el Padre como el Verbo eterno: la auto expresión y revelación perfecta del carácter, hablar y actividad de Dios. En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.” (Juan 1:1 NBLA). Jesús no es un hombre especialmente santo, religioso, maestro, semidios o un mito. Él es Dios. Como dice el credo de Nicea “Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado”. Esto separa a Jesús de todos quienes alguna vez han vivido. El Verbo simplemente no tiene rivales.
2. Jesús, la luz verdadera, vino al mundo que Él había creado y provocó respuestas muy diferentes. (Juan 1:9-13).
Juan el Bautista reconoció a Jesús como el Mesías y valientemente le fue testigo, mientras que muchos de los propios conciudadanos de Jesús lo rechazaron. Aunque algunos sí lo recibieron y creyeron en Él. A aquellos quienes creyeron, Jesús les dio el derecho de ser hijos de Dios. Un encuentro genuino con Jesús siempre provoca una fuerte respuesta a favor o en contra de Él.
3. Jesús, el Verbo, se hizo carne y reveló la gloria de Su gracia y verdad para salvarnos (Juan 1:14-18; 8:31-34; Éxodo 34:6; Hebreos 2:14-18).
Jesús, verdadera y completamente Dios, tomó nuestra propia naturaleza y se hizo verdadera y completamente humano —hecho como nosotros en cada aspecto excepto en pecar. En Su vida humana perfecta y divina, Jesús manifestó la grandeza y bondad de Su Padre celestial de una forma única y tangible. De la plenitud fluyente de Su vida hemos recibido la gracia de Su encarnación y unción, la verdad que nos reorienta a la realidad más profunda y la belleza de Su persona para cautivar nuestros corazones y liberarnos de nuestra auto preocupación mortal. Él es el único Hijo de Dios que disfruta la intimidad más profunda con el Padre y lo revela perfectamente.
Juan 1:1-18 Las implicaciones de la consejería
1. El corazón y alma de nuestra consejería es Jesucristo, quien es el Verbo, la luz verdadera, el único Hijo de Padre que lo da a conocer.
Su vida es el tema, objeto y modelo de nuestra consejería. Hay un mar infinito entre Cristo y cualquier líder religioso, filósofo, terapeuta o sistema de cambio centrado en el hombre. Lo que le ofrecemos a la gente no es un mejor modelo de consejería sino una persona gloriosa. Lo que los consejeros necesitan no es una forma cristiana de terapia secular, sino al Verbo hecho carne, quien habitó entre nosotros, lleno de gracia y verdad. Por lo tanto, debemos preguntarnos continuamente: “¿El Evangelio informó nuestra consejería de hoy? ¿Llegamos con Jesús?”
2. Nos encontraremos con resistencia abierta y encubierta a Cristo y el Evangelio.
Juan dice que “Él estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de Él, y el mundo no lo conoció… los Suyos no lo recibieron.” (Juan 1:10-11 NBLA). Tan misterioso como es, todos tenemos una aversión innata a la gracia y verdad de Jesucristo. Quizás es más obvia en los incrédulos, pero también la vemos en los creyentes. Puede verse cómo no tomar en serio las tareas de la consejería, tomarla como si Jesús fuera el premio de consolación en lugar del mejor premio de la vida o enojarte cuando gentilmente expones su pecado.
Nuestra esperanza en este tiempo es doble. Primero, nos regocijamos que nuestra seguridad está en la aprobación de Dios; no en la aprobación de nuestros aconsejados. En segundo lugar, nuestra esperanza de cambio para nuestros aconsejados está en el poder del Evangelio; no en nuestra experiencia, habilidad o poder de persuasión.
3. Veremos la gracia y verdad de Jesús cambia profundamente a la gente y regocijarse de que Dios nos ha permitido observar y participar.
Lo que intentamos en la consejería bíblica no es difícil, es imposible. Pero con Dios, todas las cosas son posibles (Marcos 10:26-27 NBLA). Es un gozo ver a la gente volver a Jesús en sus luchas y “recibirlo” y “creer en Su nombre” de maneras frescas y descubrir la libertad y alegría de ser “hijos de Dios” (Juan 1:12). Ver tal cambio de corazón y vida nos muestra que la fuente no es “que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios”. (Juan 1:13 NBLA). Esto da gloria a Dios, alegría al aconsejado y bendición al consejero.
4. La consejería bíblica entiende que al final la vida se trata de gloria: ya sea la gloria de uno mismo o la “gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”. (Juan 1:14 NBLA)
Todas y cada una de las personas tienen hambre de gloria y Dios nos creó para la experiencia transformadora de Su infinita majestad, bondad y amor. La tragedia es que todos hemos “cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen” (Romanos 1:23 NBLA). Buscamos la gloria en las cosas creadas para exaltarnos a nosotros mismos. Este terrible intercambio deshonra a Dios y destruye vidas. El Evangelio que aconsejamos, sin embargo, se trata de otro — y mejor— intercambio de nuestro pecado por la justicia de Cristo. (2 Corintios 5:21) que rompe la maldición. (Gálatas 3:13) y nos libera para experimentar una vida verdadera y duradera (Romanos 8:1-4). Nuestro mensaje es “el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo” (2 Corintios. 4:4 NBLA).
Preguntas de Reflexión
1. En Juan 1 ¿Qué te provoca amor y asombro como discípulo y admiración como consejero acerca de Jesús?
2. ¿El Evangelio informó tu consejería de hoy? ¿Llegaste a Jesús? ¿Cómo evaluarías tu consejería de acuerdo con estas dos preguntas?
3. ¿Cómo usas el Evangelio para ayudar a la gente a ver que fueron creados para encontrar gozo en la gloria de Cristo y no en ellos mismos?
Sobre el autor
Pat Quinn es el Director de los Ministerios de Consejería en la Iglesia University Reformed en East Lansing, MI, donde aplica su amor por el Evangelio para aconsejar, capacitar consejeros, servir como anciano y enseñar. Tiene estudios de Michigan State University y Calvin College y está capacitado por the Christian Counseling and Educational Foundation. Pat ha estado casado con Judie desde 1976. Pat y Judie tienen dos hijos adultos y seis nietos. Pat es miembro del concilio de la Coalición de Consejería Bíblica y parte del equipo de blogs.
Traducido por: Ana Zamarrón / Mariana Robles