¿Qué debe hacerse para proteger un matrimonio?
Casi todos los matrimonios empiezan con gozo como recién casados buscando compartir una vida juntos. Tristemente, no todas las parejas viven felices por siempre. Un gran porcentaje de matrimonios terminan en divorcio. Otras parejas continúan casados pero se mantienen separados emocionalmente debido a la amargura o mutua indiferencia. Ellos comparten nombre y una casa, pero no una vida. ¿Qué es aquello que una pareja hace para preservar el gozo del amor genuino de su matrimonio? Revisemos estos 7 principios centrados en el Evangelio.
1) No se subestimen el uno al otro.
Las parejas que se están cortejando o comprometidas pasan cada minuto libre juntos y no soportan estar separados. Pero comúnmente después de casarse cada uno se ocupa en su carrera, niños, pasatiempos, deportes, y otras actividades que la relación de matrimonio es desatendida. Sutilmente, la pareja se empieza a separar. Aunque no existen grandes conflictos, la chispa se va apagando. La esposa puede sentir que algo está mal, al escuchar a su marido diciéndole que ella se preocupa de cualquier cosa.
Un nuevo matrimonio, como un nuevo carro, necesita mantenimiento continuo. Puede parecer y funcionar genial hoy, pero si no se da mantenimiento, tarde o temprano éste se va a descomponer.
Una pareja necesita invertir tiempo, creciendo uno junto al otro, y gozándose uno con el otro. Esforzarse en ser más románticos inclusive más que antes de la boda. Buscar crecer en la intimidad año con año protegerá a tu matrimonio de la ruina.
2) Hacer de tu caminar con el Señor una prioridad.
El matrimonio requiere de gracia. Individualmente somos pecadores egoístas. Es hasta que somos fortalecidos por la palabra de Dios, a través de su Espíritu que podemos fortalecernos en amor. No tenemos el poder para continuar amándonos bajo nuestras propias fuerzas. Jesús dijo que si permanecemos en Él, podremos dar mucho fruto, pero separados de Él, nada podemos hacer (Jn. 15:5).
Cuando parejas con problemas de matrimonio vienen a nosotros, yo regularmente les pregunto acerca de su oración y vida devocional. En casi todos los casos he encontrado una correlación entre la falta de una personal e intensa comunión con el Señor y una falla en el matrimonio. Tú y tu esposa necesitan de la Escritura para tener constantes recordatorios de la gracia de Dios hacia ti, que a su vez, te llevará a mostrarse gracia el uno al otro. Mientras caminas en el Espíritu no caerás en los destructivos hechos de la carne, sino que los soportarás con los frutos del Espíritu Santo (Gal 5:16-23). Por lo tanto, si algo no está bien en la relación con tu cónyuge, empieza a trabajar primero en asegurar que las cosas entre tú y el Señor se encuentren en buenos términos.
3) Mantente involucrado en una Iglesia fuerte.
Dios bendice y fortalece a su pueblo por el ministerio de la Iglesia, ambos a través de la predicación de la Palabra y de los miembros del cuerpo, fortaleciéndose unos a otros (Ef. 4:11-16). El descuidar la relación con el pueblo de Dios, llevará al deterioro de tu alma y tu familia (Heb 10:25). Es muy importante para ti congregarte en una Iglesia fuerte para que puedas tener el beneficio de consejería y soporte si tu relación está en problemas. He escuchado decir a familias que han sido beneficiadas de este tipo de ayuda pastoral que “…no sabemos que hubiéramos hecho si la Iglesia no hubiera estado aquí para apoyarnos”. También he visto muchas familias sufriendo en medio de la crisis por no tener líderes en la Iglesia que cuiden de sus almas (Heb 13:17).
4) Rápida y total solución de conflictos.
Muchas parejas se enganchan en argumentos en los que uno de los cónyuges habla con ira y dice cosas hirientes. Con el paso del tiempo, el problema se enfría y la vida continúa sin haber resuelto correctamente la disputa. Con el paso de los años, el matrimonio es afectado por heridas y cicatrices que nunca fueron tratadas. Pablo agudamente advierte a los Efesios sobre el latente peligro de conflictos sin resolver. “Airaos pero no pequéis; no se ponga el sol sobre nuestro enojo, ni deis lugar al diablo” (Ef. 4:26-27).
Dejar un asunto sin resolver y continuar enojados es permitir al diablo sembrar el caos. Matrimonios lastimados, con conflictos sin resolver, son más vulnerables a desarrollar otros conflictos destructivos y a caer en relaciones extra-maritales. Parejas de creyentes deben proponerse a hacer lo que sea necesario para ser completamente reconciliados unos con otros.
5) Ser honestos el uno al otro.
Nada es más destructivo en el matrimonio que la falsedad. Más de una vez he escuchado a la víctima de la infidelidad en el matrimonio decir: “…puedo perdonar el sexo, pero no sé si puedo perdonar la mentira o si podré llegar a confiar nuevamente”. Pablo le dice a los Efesios: “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros” (Ef. 4:25). Si el cuerpo no puede confiar en los ojos para poder ver el peligro o en las piernas para correr en forma segura, el cuerpo entero está en riesgo. De manera especial, esta imagen de personas unidas como un “cuerpo” aplica a las parejas en matrimonio (Gen 2:24). Cónyuges deben confiar el uno en el otro.
Un punto importante para tener un matrimonio de confianza es esforzarse para hacerlo seguro para el otro con honestidad de confesión de pecados y caídas. Una esposa tal vez no quiera decir a su marido que fue multada porque ella tema la reacción de ira de él. Un esposo que ha visitado un club nudista puede temer una dramática afectación emocional de su esposa al comentarle. A pesar de ser difícil escuchar la realidad, un cónyuge puede dar gracias a Dios por proveer honestidad a su cónyuge. Como pecadores que hemos recibido mucha gracia de Dios, tú puedes tener compasión a tu esposa por la pronta restauración en vez de condenación.
6) Ser cauteloso en tus relaciones con el sexo opuesto.
Ningún cristiano planea tener una infidelidad. Sin embargo, podríamos involucrarnos en relaciones físicas o emocionales erróneas que amenacen sus matrimonios e inclusive, sus almas. Aconsejando tales casos, he observado que esas situaciones regularmente siguen un patrón. Un hombre y una mujer se relacionan en el trabajo, el gimnasio, actividades de los niños e inclusive en la Iglesia. Empiezan platicando y encuentran que disfrutan la compañía del otro. Con el paso del tiempo, uno o ambos empiezan a desarrollar sentimientos por la otra persona. Ellos encuentran que ansían la próxima ocasión que se verán y empiezan con comunicación por correo, redes sociales, o el teléfono. Hay un punto en que la barrera se cruza. Llega a haber un contacto, después se admite la atracción, después un beso. El camino a la infidelidad continúa, usualmente hasta que son descubiertos, o a veces, cuando la conciencia de alguno no puede soportar la culpabilidad. Muchos saldrán lastimados. Matrimonios pueden terminar. No creas que esto no te puede pasar. Si un hombre, tan piadoso como el rey David, pudo caer en adulterio, tú también eres vulnerable. Debes ser muy cuidadoso en relaciones con el sexo opuesto, no porque tú creas que puedes llegar a hacer algo malo, sino porque te has propuesto no hacerlo.
7) Tener gracia hacia el otro.
Así como el Señor te trata mejor de lo que mereces (Sal. 103:10), debes de tratar a tu cónyuge mejor de lo que él/ella merece. Los pecados y fallas de tu cónyuge proveen oportunidades para mostrar gracia que refleja la gracia que hemos recibido de Dios. En un matrimonio ideal, cada parte intentará superar al otro en las muestras de amor.
Pablo les dice a los Colosenses:
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviera queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto”. (Col. 3:12-14). Un matrimonio caracterizado por tal gracia estará seguro.
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¿Qué otros principios centrados en el Evangelio podrías compartir para proteger nuestro matrimonio?
El Dr. Jim Newheiser se desempeña como Director del Programa de Consejería Cristiana en el Seminario Teológico Reformado de Charlotte. Tiene más de 35 años de experiencia en el ministerio pastoral y es el Director Ejecutivo del Instituto de Asesoramiento Bíblico y Discipulado.
TRADUCIDO POR: MARCELA Y JORGE DE LEON ALBARRÁN