Cuando nos cuidamos unos a otros sabiamente deberían ocurrir tres cosas:
La persona por la que hay preocupación debe ser bendecida
El amor de Cristo debe volverse más tangible
Nuestra fe debe crecer.
Algunas veces nuestros intentos por preocuparnos por otros pueden no ser sabios, dando resultados inesperados:
La persona que está siendo cuidada es inhabilitada
El amor de Cristo es mal interpretado
La persona que cuida se agota.
Hoy queremos proveer 10 principios para cuidar de manera sabia, asegurando que nuestros grupos pequeños y/o sesiones de consejería sean lugares de cuidado que honren a Cristo y que mutuamente bendigan tanto al que da como al que recibe ayuda.
1. Evita la mentalidad de salvador.
Cuando empiezas a llevar la carga de responsabilidad por la vida de otro, es común que vengan decisiones no sabias a tu vida. Tu rol es el de caminar con el individuo o familia haciendo lo que está en tu “poder” para asistirles; no rescatarles de las cosas que están fuera de tu control.
Crear una segunda crisis no ayuda a la primera.
2. No reemplaces el sistema legal.
Si algo ilegal sucede, ya sea por o hacia la persona que estás ayudando, tu primera responsabilidad es el reportarlo a la autoridad legal apropiada. La iglesia está llamada a someterse y ayudar con la implementación de las leyes del gobierno sobre nosotros (Rom. 13:1-7).
3. Conoce tu rol dentro de la iglesia.
El llamado a ser “todas las cosas para todas las personas” (I Cor. 9:22) está dada a la iglesia a una larga escala y no a un individuo o grupo dentro de la iglesia. Intentar “ser la iglesia” más que cumplir tu rol efectivamente dentro de la iglesia resultará en una fatiga personal y gente resultando herida.
Hablar negativamente de una persona para afirmar y obtener más de otra debería ser confrontado de inmediato como un error.
4. Nunca hagas lo que alguien debe/puede hacer por sí mismo.
Esta es la señal de que la ayuda se vuelve un impedimento. Si la tarea es dura o confusa, entonces encuentra una forma que sea de utilidad (ej., explicar, acompañar, investigar, animar, impulsar, eliminar obstáculos, etc…) sin reemplazar el esfuerzo de tu amigo.
5. Crea pasos “pequeños”.
Cuando ayudar involucra hacer algo o dar dinero a tu amigo, entonces es sabio crear un paso claro intermedio para asegurar que tu amigo está dispuesto a ser un buen mayordomo de tu bondad. Una pregunta para ayudarte a encontrar ese paso es, “¿Qué es lo que mi amigo requiere hacer para que mi ayuda no se evapore en estrés?” Este principio asegura que tu amabilidad dirija a tu amigo a la libertad en lugar de a una nueva, y no sana dependencia hacia ti o tu grupo.
6. Modela una vida y relación saludable.
Hacer excepciones para estar “saludable” es lo que mete a la mayoría de la gente en una crisis. Modelar el cómo lidiar con situaciones difíciles sin violar los principios básicos de “saludable” es tan importante como cualquier otra ayuda logística o financiera que puedas proveer.
La culpa es comida chatarra motivacional; da pequeños arranques de energía seguidos por largos periodos de fatiga.
7. Conoce tus límites físicos, emocionales, y financierosCrear una segunda crisis no ayuda a la primera. La Palabra nos llama a ser generoso conforme a nuestras capacidades (Deut. 16:17). Cuando vamos más allá de esto, modelamos un manejo reactivo a las crisis que falla en discipular a aquellos que ayudamos a tomar buenas decisiones en momentos difíciles.
8. Nunca permitas un “desmembramiento del equipo”.Hablar negativamente de una persona para afirmar y obtener más de otra debería ser confrontado de inmediato como un error. Es una forma de manipulación disfrazada como cumplido y trata de hacer que una parte haga más mientras porque otra está haciendo menos.
9. No te permitas ser motivado o impulsado por la culpa.
La culpa es comida chatarra motivacional; da pequeños arranques de energía seguidos por largos periodos de fatiga. Cuando te sientas motivado por la culpa (interna o externamente) habla con uno de tus líderes para evitar el agotamiento.
Ayudar nunca significa tener todas las respuestas.
10. Si no estás seguro, pide ayuda a tu líder.Ayudar nunca significa tener todas las respuestas, o incluso saber la siguiente pregunta a hacer. Cuando te sientes atrapado o estancado en una situación de ayuda, pide ayuda. Esto es permitirle a la iglesia ser el Cuerpo de Cristo para contigo mientras que te esfuerzas para ser parte del Cuerpo de Cristo con alguien más.
Brad Hambrick es pastor de consejería en The Summit Church en Durham, NC. También se desempeña como profesor de consejería bíblica en el Seminario Teológico Bautista del Sureste.
Traducido por: Andrés Zamarrón
Comentários